Desde que vine al campo me están pasando cosas extrañas en el cuerpo y en los ojos… aunque si lo pienso mejor, en todos los sentidos.
Ya desde hace varios días, cuando termino de trabajar, dejo el celular, me olvido que existe (eso ha hecho que me reclamen que no respondo a tiempo) pero ¿cómo explicarles?
Amanezco temprano, casi con la niebla disipándose, me baño, previa espera que el termotanque arranque… Afuera ya se sienten los perros de otras cosas que esperan para saludarme, algunos pájaros, los colibríes con esos sonidos pequeños como sus alas… Y entro al agua caliente, pienso cómo será el día, me perfumo, me abrigo y salgo.
No sé en qué momento cambió el paisaje desde que miré por la ventana hasta que salí de la casa, porque ahora el cielo es límpido, profundo y sin rastros de nubes bajas.
Me esperan con mates que tiene hojitas de menta deshidratada que hizo mamá… Y luego sí empiezo a trabajar, me esperan varias horas por delante, pero de repente lo que en la ciudad sentía como cansancio, aquí es un hermoso paisaje que se me mete por la nuca y me sale por los ojos. Un paisaje que no tiene jamás quietud, aunque a simple vista pudiera parecer eso…
Escucho un ladrido a lo lejos, el gorjeo de las palomas en el techo, el jadeo de los perros… Escucho ese siseo esplendoroso del sauce llorón… Veo la punta de los cerros, allá a lo lejos un pinar y más allá, bastante más allá, una quietud que camina lenta y se acerca a mi alma.
Ahora puedo ver más, puedo escuchar más en detalle y el día es más largo y mi sueño me invade mucho más temprano… Ahora las 23 horas ya son como lo que en la ciudad eran las 1.30 de la madrugada… Bostezo al caer la tarde, enciendo el fuego y quizás veamos alguna película, pero nos da miedo quedarnos dormidos.
¿Por qué siento que la vida es más lenta en el campo?
Bueno, tal vez sea porque aquí existe un ritmo que es contagioso, un paisaje sonoro y visual que se enciende y apaga según las leyes naturales, no las humanas. Cuando cae la noche, se siente en el cuerpo.
Y aunque aún me siento en un tiempo de adaptación, no me apresuro a decir que mi decisión ha sido acertada, porque ya todo adentro mío empieza a cobrar otro sentido, otra forma y eso es lo que venía deseando, sin forzar, sentir que podía vivir mi vida, al menos en este momento, de otra manera.
Seguramente quede mucho por ver y descubrir, pero ya con lo que vengo saboreando me siento satisfecho.
Aunque claro… quiero más, empacharme de vida hasta quedar tirado en el paso, al costado del río, adormeciendo con imágenes preciosas en mi alma.
Que tengan linda semana…
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¡Gracias!
y si... estás siendo parte de la naturaleza... me alegra mucho!!! Te mando un abrazo GRANDE