Nunca perder la sorpresa
El pasado domingo 26 noviembre presenté mi nuevo disco “Ti penso” en mi ciudad natal: Tucumán.
Cantar allá es volver siempre al reencuentro de personas que la distancia y el tiempo han alejado de mi lado, pero no en un mal sentido, sino simplemente por orden natural de las cosas.
Cantar allá es volver a casa, un par de días, y compartir con mis padres y hermanas. Es almorzar juntos a deshora, luego ir a ensayar con los músicos, luego ir a la tv y las radios a hablar de este nuevo trabajo y regresar a la noche y contarles lo que hice durante el día.
Cantar allá es ensayar en el living de casa junto a Alejandro, amigo y pianista, y sentir que mamá se acerca sigilosa para escuchar.
Cantar allá es sentirme de 6 años, como cuando iba al coro de niños en el Teatro San Martín y ese era el momento más lindo de mi semana en una infancia difícil por mi no adaptación a la violencia que sufría de parte de mis compañeros.
Cantar allá es saberme contenido por Pablo, y tantas otras personas que me acompañan. Es saber que todo estará bien a pesar de mis nervios, de los riesgos que significa brindar un concierto de esa magnitud dentro de mi estructura de producción como artista.
Cantar allá es muchas cosas, pero principalmente una visita al niño que soy todavía en algún lugar de mi alma. Es mirar con anhelo las butacas, esperar a que vengan, que se ocupen, a que me aplaudan, a que me quieran. Cantar allá será siempre una alegría que arrasa contra todo miedo, contra todo mal recuerdo. Porque cantar es como meditar, es abandonarse del pensamiento para estar presente adentro de una canción.
A días del concierto aún me siguen llegando mensajes, a través de las redes sociales, de las personas que fueron. Las palabras que más usan son; “gracias” “me emocioné” “esa noche pude dormir en paz” “tu voz me hizo bien al corazón”…
Y yo pienso, y reconfirmo, que cantar es un servicio a los demás.
Una pequeña posibilidad para pausarnos, para sentir, para dejarnos invadir por la magia de la música, que como un bálsamo nos cura de las heridas que nos duelen.
El agradecido siempre seré yo porque me permiten entrar ahí dentro. Muy dentro, desde donde me hablan y me devuelven estas palabras.
Gracias.
PD: Me recuerdo siempre jamás perder la capacidad de sorpresa.