Desde que decidí repartir mi vida entre Buenos Aires y Tafí del Valle —un pequeño pueblo al norte de Argentina— he recibido todo tipo de comentarios, opiniones y consejos. El más frecuente: “¿Y tu carrera…?”
Es lógico: las personas que nos quieren suelen preocuparse y necesitan opinar —padres, amigos, parejas, colegas—. Muchas veces, esas palabras surgen del miedo. Sí, el miedo. Ese que se filtra en el aire, viaja de boca en boca y llega disfrazado de advertencia, consejo o incluso de cuestionamiento.
Nadie sabe, excepto uno mismo, por qué toma ciertas decisiones, en qué momento y con qué propósito. En mi caso, se trata de una necesidad íntima y personal, que poco tiene que ver con "el arte" o con mi “profesión”, aunque inevitablemente la atraviesa. Pero no de un modo diferente al que cualquier artista experimenta a diario. ¿Qué quiero decir? Que, viva donde viva, quien se dedica al arte debe hacerlo con perseverancia, con una cuota inmensa de voluntad, esperanza... y algo de suerte.
Conozco artistas que viven en Europa o Estados Unidos, y ahí están, remándola. Otros que viven en Tucumán o Buenos Aires, y también: de casting en casting, con proyectos autogestivos —los menos— y siempre a la espera de esa gran oportunidad.
Yo no he sido la excepción, aunque me dedico a esto desde los seis años. Nunca dejé de trabajar. He conocido el éxito, el fracaso, el aprendizaje y mucho más. Publiqué libros que no fueron bestsellers, pero cada tanto recibo mensajes hermosos de lectores que no conozco. Grabé discos que no tienen millones de reproducciones, pero di conciertos que, con esfuerzo, se llenaron. Y a pesar de todo, quienes me conocen me reconocen como artista, como cantante. Me tratan con respeto. ¿Me gusta? Claro que sí, porque se siente como un pequeño premio. Aunque esos reconocimientos son apenas una parte de todo el trabajo.
Porque, para ser sincero, la mayoría de esas muestras de afecto llegan por mensajes, correos, o algún cruce casual en la calle. No salgo en la revista Gente con un premio en la mano, y sin embargo, lo tengo: “Personalidad destacada de la cultura”. Tal vez lo sepan sólo unos pocos.
¿Qué quiero decir con todo esto? En realidad, nada puntual. Solo estoy reflexionando, como suelo hacer, sobre lo que escucho y veo. Esta vez, sobre mí mismo.
Hace poco más de dos meses que vivo en Tafí del Valle, y todavía recibo comentarios que me dejan pensando. El más reciente fue de alguien que me sigue en redes y aprecia mis canciones. Me escribió: “¿Estás seguro de haberte ido allá? Estás aislado del arte”. Siguió con un largo mensaje dándome su opinión —que no pedí—, desde un lugar que claramente desconoce mis motivos, mis ritmos, mis elecciones.
Mi respuesta fue breve: “No estoy aislado del arte”.
Y es verdad. Porque aunque digan que Dios atiende en Buenos Aires, mi voluntad, mi búsqueda, mi capacidad de hacer —mi trayectoria habla por sí sola— y mi deseo de seguir escribiendo y grabando no dependen del lugar donde elijo dormir.
Los artistas cambiamos de escenario constantemente; es parte de lo que somos. Y esté en Buenos Aires, Miami, Tucumán o Italia, si lo deseo, puedo cantar, escribir poemas, novelas, como siempre lo hice. Porque soy artista, y lo seré hasta el día que me muera.
Lo único que hice fue cambiar de paisaje: para ver otra luz, para inspirarme, para reencontrarme, para preguntarme cómo quiero vivir y crear.
No estoy, no estuve y nunca estaré aislado del arte. Porque sin esa herramienta de expresión, mi vida sería insoportable. El arte me salvó desde niño, y por eso esa pregunta merecía esta respuesta.
PD: Gracias a todas las personas que me siguen con cariño, que me leen, que me escuchan. Los que ya me conocen saben que soy un ser reflexivo, de carácter y que incluso a estas preguntas me gusta responderlas porque me hacen pensar, afirmar, refutar o lo que sea que me haga sentir en el momento de leerlas.
Que tengan linda semana…
Vos Sos Arte, te quiero Nico, coincido con cada una de tus palabras.
Coincido con Sofia, que vos sos Arte, y realmente en un mundo tan conectado no se necesita estar en ningún lugar especifico, mas creo que se necesita estar donde justamente uno se sienta conectado con uno mismo, que mejor que ese lugar paradisiaco y tan inspirador como Tafi para conectarse con el arte...