Ninfa del agua
Hoy quiero recomendarles esta película que vi en Netflix, “NYAD” protagonizada por Annette Bening y Jodie Foster, inspirada en la travesía de nado de Diana Nyad que iniciara a sus 28 años.
Los pongo en contexto:
En el verano de 1978, cuando tenía 28 años, Diana Nyad intentó por primera vez hacer la épica travesía Cuba-Florida, denominada el "monte Everest" de la natación. Nadó dentro de una jaula que la protegía de los tiburones, pero el peligroso oleaje la obligó a abandonar tras 42 horas. Había recorrido 122 kilómetros de los 180 que la separaban de su objetivo, pero debido al fuerte viento no lo había hecho en línea recta.
Un año después de aquel intento frustrado por el mal tiempo, en 1979 nadó 164 km desde la isla bahameña de North Bimini hasta Juno Beach en 27 horas y 30 minutos, en aquel momento la travesía oceánica más larga de la historia.
Al cumplir 30 años, Nyad abandonó la natación y trabajó como periodista deportiva y locutora para ABC Sports, NPR y otros medios. Sin embargo, nunca olvidó aquel sueño que dejó sin cumplir en 1978. Décadas más tarde decidió volver a intentarlo.
Intentó la travesía Cuba-Florida nuevamente en agosto de 2011, pero tuvo que abandonar tras 28 horas en el agua, esta vez debido a un ataque de asma. Su tercer intento, al mes siguiente, tuvo que ser abortado tras unas 41 horas debido a picaduras de medusas venenosas.
Nyad hizo un cuarto intento un año después, en agosto de 2012, pero una vez más se vio obligada a detenerse antes de llegar a Cayo Hueso, tras haber nadado durante 60 horas, debido a una tormenta eléctrica y a las picaduras de medusas.
Nyad inició su quinto intento de Cuba a Florida el verano siguiente, en la mañana del 31 de agosto de 2013. Mantenía el rumbo siguiendo una línea arrastrada en el agua por una embarcación de apoyo, mientras tarareaba mentalmente sus canciones favoritas para ayudar a concentrarse.
Durante parte del viaje, llevó un body, guantes, escarpines y una máscara especial para protegerse de las medusas. Sin embargo, la máscara le hizo ingerir mucha agua salada, lo que le provocó vómitos durante gran parte de la travesía. Pero esta vez no se detuvo.
Finalmente, y ayudada por un equipo de apoyo de 35 personas, entre ellas Bonnie Stoll, su entrenadora y antigua pareja, tras 52 horas, 54 minutos y 18,6 segundos, Nyad completó la épica travesía a nado.
El 2 de septiembre de 2013, Diana Nyad, de 64 años, se convirtió en la primera persona en nadar de Cuba a Florida sin utilizar una jaula de tiburones como protección. "Nunca nunca debes rendirte", dijo emocionada al llegar a la orilla.
Aún permanece en mí el asombro por el espíritu de este film que se inspira en esta mujer. Es impactante ver que una persona mayor se aferra de esa forma a un sueño y sobretodo a su potencial. Porque, digamos la verdad, vivimos en una sociedad que deshecha lo viejo y lo encasilla en los bordes de la inutilidad.
Ya todos saben que tengo un cariño especial por la gente mayor, porque justamente no los veo así, sino como sabios, como personas que siguen soñando y que aún creen que pueden hacer cosas mientras vivan. Me parece que es una declaración determinante que sería maravilloso fuese comprendida por los que aún no estamos en esas etapas.
En varios momentos de la película me sentí nadando en el océano, queriendo llegar, incluso sabiendo lo difícil e incierto del camino.
Cuando terminó me quedó una sensación existencial que al día de hoy me hace preguntarme: ¿Hasta dónde estoy dispuesto por los sueños?
Una mañana, en la radio, escuché al psicólogo Gabriel Rolón decir “La pasión debe tener un límite” y cuanto más grande me hago, más lo afirmo, aunque en mi opuesto me siento Nyad… Si no hago lo que siento que debo hacer, me hundo en ese mar. Me hundo cuando sé nadar.
Me hundo cuando sé que a pesar de las corrientes, las picaduras de medusas venenosas y del enorme trabajo que hago conmigo, puedo flotar allá arriba, pero sin salir del agua.
A veces pienso que salir del agua no es una opción… Y me debato entre diferenciar cuándo es pasión y cuándo es simplemente una visión de la vida.
Yo creo que veo la vida como la ve Diana: con propósito. Por eso he llorado, porque de alguna forma, me sentía en el agua con ella, porque la entiendo, porque sé -y creo que todos en algún punto- que podemos y sabemos nadar, pero eso exige ponernos al servicio.
¿Y qué es estar al servicio de?
Bueno, simplemente ser consciente de que hay un llamado, y más allá del resultado, no podemos ignorar su sonido.
¿La pasión debe tener un límite? Tal vez.
Pero no las ideas, no los sueños, no las convicciones.
Gracias, Ninfa de agua, por recordármelo.
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El texto en cursiva pertenece a: El Español