El otro día, mientras hacía tiempo en un café, leí una frase -que si mal no recuerdo- se le atribuye a Einstein “Si queres cosas distintas, proba cosas distintas” o algo así… La cuestión es que esa idea me llevó a otros lugares, a uno particularmente que siento como una idea súper instalada en nuestra cultura/sociedad, como un mandato que debemos cumplir, y es el “debes salir de tu zona de confort”.
Pero me pregunto ¿por qué saldría de un lugar al cuál me ha costado muchísimo llegar? Es como encontrar una linda casa para alquilar, vivir unos meses y ya pretender mudarse porque hay “algo mejor, más cómodo, más ambicioso”. O siguiendo esa línea, se podría aplicar a cualquier situación, por más banal que esta sea. Pero supongo que cuando nos hablan de esto se refieren a tomar riesgos, a moverse de sitio, a buscar soluciones para vivir mejor, sentirnos mejor, o tener un vínculo más sincero con los que queremos.
Sostengo que la inspiración adviene cuando estoy trabajando, pero a su vez el exceso de trabajo no permite ver otra cosa que una obstinación por algo, lo cual me lleva a una rutina donde queda muy poco espacio para lo imprevisible, poca disponibilidad para que aparezca y germine alguna idea, simplemente porque no le doy el lugar.
Es decir, los extremos no son buenos, pero tampoco podemos creer que todos los mandatos que debemos acatar se ajustan a nuestra personalidad, a nuestros objetivos y a la estructura sobre la cual hemos tejido nuestros días de la vida.
Insisto; es lindo trabajar, como también lo es no hacer nada. Es muy agradable cuando podemos permitirnos ser creativos (que dicho sea de paso, no es una cualidad exclusiva de los artistas o las personas superdotadas) sino que es algo inherente a nuestra raza humana. Todos somos creativos y contamos con herramientas necesarias para “movernos” de un lugar, vínculo o situación que nos haga daño. Pero, si hemos logrado un equilibrio interesante o funcional ¿deberíamos arrancarlo simplemente porque es bueno salirnos de nuestra zona cómoda? Bueno, en mi caso es un rotundo NO. Porque es hermoso poder reconocer lo que sí funciona, lo que sí deseo conservar, aunque eso para los demás sea ser conformista.
El equilibrio es algo que todos buscamos, mucho más que la felicidad (que ocurre de a ratos) y también tiene exceso de buena fama. Todos tenemos problemas, sueños, obstáculos, inseguridades y cosas que no estamos pudiendo lograr; por eso me gusta decir que estoy trabajando en mi equilibrio, lo que me permite sentirme en armonía y más cercano a mis deseos.
Trabajar, sí.
Compararse, no.
Porque seguramente es de la comparación con el otro de donde surge el querer moverse. “Si el otro conquista eso, yo también lo quiero, o yo puedo”. Pero… ¿realmente lo quiero? ¿Lo que a los demás les sirve, a mí también?
Pienso que desarrollar la propia autoridad es una base fundamental para pulir el carácter que nos hace discernir cuándo es necesario correr riesgos y cuándo no, dando lugar un espacio mucho más amable y posiblemente humano que es la aceptación de que sencillamente cada hace lo que puede.
Si señores/as, hacemos lo que podemos, y eso está bien.
No sé por qué, pero esta carta tiene un tinte de auto ayuda, y quizás así sea, o tal vez es un recordatorio a mí mismo, sólo que lo hago extensivo a ustedes por si les sirviera de algo.
Buena semana,
Nicolás.
+ ¿Te gustaría colaborar? ▶ https://bit.ly/CafecitoNM