El trabajo del artista
Se acaban los días y el tiempo de ensayo y funciones de Fausto, en el Teatro Colón… Y no dejo de preguntarme qué voy hacer cuando termine.
Empecé a los 6 años a cantar en un coro, y luego seguí cantando, escribiendo y actuando, y si bien el mismo ejercicio de empezar una y otra vez -porque así es la rutina y la vida de un artista- te lleva a “acostumbrarte” no logro amigarme con el vacío que se instala en mi vida luego de que termina algo de lo que soy parte, ya sea como intérprete o creador.
La semana pasada, mientras me maquillaban, me encontré con unas fotos bellísimas de la sala y me quedé admirándolas, y escribí esto:
La belleza que mis ojos ven antes de cada función,
son miles de lámparas que representan miles de ojos,
de miles de almas,
y millones de aplausos.
Una cúpula que posee la virtud del cielo,
y la magia que habita en el sonido,
en toda la acústica que se teje en los rincones,
y que abraza cada noche, a ustedes,
a nosotros,
y a todos los que nos precedieron.
Gracias universo por dejarme ser parte.
Se preguntarán adónde voy, bueno; mucho no lo sé, sólo que hace un tiempo soy consciente de que hago mi trabajo por vocación, por servicio, porque me cuesta hacer otras cosas y una lista bastante larga de razones, pero sin duda -al menos así lo siento hoy- la más trascendente es que hago lo que hago porque de otra forma siento que la vida sería demasiado aburrida y sin tanta cercanía con la belleza.
Cuando estoy cantando, escribiendo o actuando en alguna obra simplemente me siento cerca de la belleza, y créanme que cuando se está tan cerca de cosas sublimes la vida es una preciosura absoluta, como ver abrirse un capullo desde donde sale la mariposa, o como ser recibido por la nobleza de un perro luego de un día largo.
Gran parte del día se me escurre imaginando cosas. Si estoy con un libro nuevo en mi cabeza soy difícil de encontrar porque habito otro mundo; si estoy grabando un disco o preparando un concierto, los nervios me consumen buscando sonidos, formas de decir y de sonar mejor. Y si estoy actuando en alguna obra u ópera me pierdo entre gestos que me piden, en la ropa que me prueban, en las risas del camarín… Y es que no puedo disimular qué hermoso es mi trabajo cuando abunda, cuando se da, cuando existe, cuando me siento útil.
Yo quisiera desearles que encontraran algo así en la vida, una pasión, una cercanía con la belleza, y me lo contaran, tal cuál se los comparto yo ahora.
Es de noche mientras escribo esta carta que leerán el domingo. Es tarde, reina el silencio y mañana es la última función de esta obra. La última vez que subiré a escena -al menos por ahora-, la última vez que escucharé esa música y me sentiré dentro de un sueño.
Al otro día volveré a ser una persona que se ha quedado sin su escenario, sin su trabajo, hasta que algo suceda y vuelva a ser llamado, o si eso no sucediera, hasta que los planetas se alineen y ustedes puedan disfrutar de 2 cosas que estoy preparando para lanzar: nuevo disco, nuevo libro.
Mi ansiedad me lleva a las patadas, pero la voy domando.
Mi alegría me toma entero porque hoy, todavía, iré a trabajar como artista.
Que tengan linda semana.