El primer día sin mi padre
“…Amigo, hoy fue un día duro. Fue el primer día de mi vida sin mi papá”.
Esa frase fue la respuesta que me dio un gran amigo cuando le pregunté cómo se sentía ya que hacía horas había fallecido su papá que venía de años de enfermedad.
Dentro del audio enviado, le decía que mi “cómo estás” intentaba ser algo más profundo porque imaginaba que no estaría bien, y con dolor.
Y luego con su respuesta, me quede en silencio y sin saber bien qué responder. ¿Debía responder? ¿Se puede responder algo ante eso?
No lo sé. Mis padres aún viven, pero sí conozco lo que es perder a alguien que se ama, pero no a un padre, no a una madre. No sé la verdad qué se siente.
Pero la frase, tan contundente y literal, me dejó pensativo y con la mirada perdida. “El primer día de mi vida sin papá”.
Leo una y otra vez ese mensaje hasta que finalmente le respondo que simplemente me avise cuando sienta ganas de hablar, a la hora que sea, yo estaré.
No puedo hacer otra cosa, porque además mi amigo vive en Jujuy y yo en Buenos Aires y en este momento no puedo decidir ir, pero me gustaría estar ahí, darle un abrazo, hacerme sentir, que me vea, que sí me importa, darle aliento, responderle algo a la frase que aún intento descifrar.
Porque esa frase habla de sentirse en el abismo, tejido en una emoción de incertidumbre, donde todo, de ahora en más, se teñirá de una nostalgia, y tal vez de recuerdos, de culpas, de cosas que no se dijeron.
Últimamente pienso en la muerte porque me roza cercana con personas que he conocido. Pienso en sus muertes y en la dicha de saberme vivo.
Pienso en por qué la muerte nos deja mudos, nos deja casi desprovistos de lenguaje y queremos dar, como manotazos al aire, alguna frase que haga sentir bien al otro, a uno mismo, cuando en realidad, lo más fácil sería decir: “te acompaño”.
Nada más.
Entonces, ya pasada la medianoche, escribo esta carta porque deseo compartir, porque escribir me ordena, porque sé que los que me leen alguna vez se han sentido así, y tal vez me ayuden a pensar qué responder, si es que eso es posible.
“El primer día…” lo leo una y otra vez. Y pienso ahora en mi amigo como padre que es, con su hija de 6 años, que tal vez ahora sea también la primera vez que lo sienta tan triste, y también su primer día sin abuelo.
De alguna manera, la muerte, nos quita algo a todos, pero también nos ayuda a encontrar un sentido, a ver quién sí sigue estando a nuestro lado.
Y si, siempre hay una primera vez para todo en la vida, incluso para morir.