¿Debe un amigo ser incondicional?
Muchas veces he escuchado -y seguro ustedes también- que la “amistad” es un vínculo distinto, que puede soportar y superar; perdurar.
¿Cuántas veces hemos escuchado que un amigo es incondicional? ¿En qué momento de la historia hemos empezado también a exigirle cosas a la amistad en nombre de la lealtad y el amor?
¿Debe un amigo ser incondicional?
¿Debe un amigo estar siempre para mí? ¿O yo para él?
¿Y qué pasa cuando las prioridades cambian? Por ejemplo, tu mejor amiga de repente es madre y ahora su universo es su hijo. Y si la ves y logras hablar 5 minutos con ella de corrido sin que la charla sea interrumpida con llantos o mamaderas, sería un milagro.
¿Dónde quedo yo cuando la prioridad del otro cambia?
¿En qué lugar ubicamos los sentimientos y el entendimiento cuando no podemos sencillamente aceptar que este vínculo también sufre cambios?
¿Cuál es la diferencia entre un vínculo de pareja y uno de amistad?
Sé que hoy traigo muchas preguntas, algunas sin respuestas, y otras con sensaciones claras.
Siento que -y hablaré por mí- no encuentro una diferencia entre estos vínculos, por la sencilla razón de que todos sufren cambios, todos pueden embellecerse, perjudicarse, traicionarse, llenarse de expectativas, de esperanzas. En todos los vínculos solemos poner cargas, que en el mejor de los casos, con diálogos y paciencia se pueden ir quitando cosas que en realidad no necesitan ni le hacen bien.
Antes, cuando era más chico, solía ponerme celoso de mis amigos porque en algún lugar entendía que debía “compartirlos” con otros grupos. Y yo quería la exclusividad de la confidencia, el lugar seguro de que me querían como yo a ellos. Me di cuenta que no puedo exigir algo que no doy, porque nadie tampoco tiene esa exclusividad en mi corazón.
Más bien tengo un corazón amplio donde entran distintos tipos de amores, algunos más cercanos, otros más pasajeros, pero amores al fin.
En mi corazón entran personas que veo todos los días, otras que veo 1 vez al año y “hay algo que perdura” como si el tiempo no hubiera pasado. Y también entran los que por trabajo, rutina, amabilidad, respeto, diplomacia les guardo cariño y se me cruzan incluso en el pensamiento.
Claramente están los amigos íntimos, pocos. Y el amor de pareja.
¿Veo diferencia en esto? No, ninguna más allá de la obvia y es que tal vez por cuestiones culturales no tenemos relaciones sexuales con nuestros amigos, pero eso de ninguna forma me hace pensar que el vínculo sea mejor o más puro o que esté libre de sufrir los males que en general sufre el vínculo de pareja.
No he sentido jamás la traición de un amigo, sí de una pareja.
Pero sí he sentido envidia hacia mí de algunas personas y aún así las considero amigas.
¿He perdido el interés en amigos? ¡POR SUPUESTO!
¿He intentado forzar un vínculo de amistad y cariño? Seguramente.
¿He querido “cortar” lazos porque un amigo me parecía tóxico? Si, y me ha dolido hacerlo.
¿He amado mucho a un amigo al punto de sentirme enamorado? Sí, claro.
¿He sentido que un amigo era la mejor persona del mundo? Claro.
¿He idealizado? Sí.
¿He esperado cosas de amigos como gratitud y devoción? Sí.
Y podría seguir… Porque la lista es interminable, como así también podría decir lo mismo de una pareja.
¿Veo diferencias? No, aunque si lo piense de verdad, la diferencia radica en que culturalmente y socialmente se nos ha inculcado sostener amistades porque es impensado divorciarse de ellas.
¿Por qué puedo separarme de un pareja y no de un amigo? ¿Por qué cuesta más?
Sólo puedo decirles que cuanto menos espero, mejor me siento… Y que cuando entiendo de verdad al otro, percibo y agradezco que es un acompañamiento en mi vida y que eso puede durar lo que la misma naturaleza del vínculo diga.
Porque seamos sinceros… A todos nos gusta decir, “este es mi amigo desde hace 25 años” ¿pero realmente estuve a la altura esos 25 años?
¿Realmente podemos decir que estamos ahí para el otro, pase lo que pase?
¿Y si no pudiera? ¿Si no quisiera? ¿Está mal?
¿Soy mal amigo por priorizarme así como el otro seguramente prioriza sus cosas y emociones?
Yo creo que no. Porque entiendo que estamos cuando podemos, entendemos desde nuestra propia mirada al otro, y eso quiere decir, incluyendo nuestros dolores y aciertos.
Y estamos, a pesar de que a veces el otro se ofenda, se enoje o se sienta desplazado. Pero es sano correrse del yo, de la propia necesidad para ver qué le pasa al otro, sin importar que ese otro sea mi pareja, mi amigo, mi madre, mi padre, mi hermana.
Todos queremos que nos quieran, que nos entiendan, que no nos exijan.
Por eso, cuando me siento un poco en desequilibrio o que no estoy pudiendo estar o NO QUIERO ESTAR -lo cuál también es súper válido- pienso en un mantra divino que me trae calma:
Hacemos lo que podemos, siempre; incluso para los amigos.
Que tengan linda semana…